Opinión
Entrerríos tiene su NEGRA GRANDE
Si…y si aquella Leonor González Mina es estandarte de los colombianos por sus dotes artísticos al punto de llamarla La Negra Grande de Colombia, Entrerríos, un pequeño pueblo del norte de Antioquia tiene también a su Negra Grande: es María Magdalena Uribe, y allí se le llama cariñosamente Nena Gallina. Desde mediados del siglo pasado […]
Si…y si aquella Leonor González Mina es estandarte de los colombianos por sus dotes artísticos al punto de llamarla La Negra Grande de Colombia, Entrerríos, un pequeño pueblo del norte de Antioquia tiene también a su Negra Grande: es María Magdalena Uribe, y allí se le llama cariñosamente Nena Gallina.
Desde mediados del siglo pasado llegó a Guanteros, la calle más tradicional del municipio y hasta hace menos de dos años, hizo de su casa el hogar del forastero. Funcionarios públicos, policías, maestros, ingenieros, personas sin título ni de renombre social la buscaban porque al hacerlo no extrañaban para nada ese calorcito humano que dejaban en sus casas. Nena hacía unas tertulias en su cocina de leña, que sumado eso a su exquisita sazón montañera lograba que quien de eso se untaba, lo pregonara en su medio como para que más y más gentes le llegaran…Nena no daba abasto a la demanda de clientes. Si bien para ella esa fue la manera digna de generar unos ingresos y salir adelante con los suyos, nadie en el planeta podrá decir que por falta de dinero salió de allí sin acariciar una almohada y un colchón, y sin probar comida. Que de dónde le nacía compartir con el semejante un pedazo de arepa se le preguntó, y su respuesta fue: eso fue lo que me enseñaron en casa de niña. Sí…otro testimonio que da cuenta de que los valores del hogar permanecen siempre con la persona.
De manera muy jocosa, Nena afirma que nadie en Entrerríos limpió tantos traseros como ella, pues otra actividad que cumplió con lujo de detalles fue la de asistir dietas, y por eso mismo muchos de los que rondan los 60 años ahora mismo, recibieron de ella los primeros mimos, y si es que ya llegan a su patria chica como visitantes, ir donde la Nena es un ritual necesario.
“En vida hermano, en vida”, de Ana María Rabatté y Cervi, título del poema que invita a manifestar y reconocer en vida aquellas virtudes, acciones, logros, comportamientos y gestos de algunas personas que así se hicieron héroes y heroínas de su comunidad… hoy el turno es para la Nena de los entrerrieños, nuestra Negra Grande. No creo que, para la posteridad, la humanidad esté pensando en bautizar una obra de cemento con su nombre en su memoria…y si así fuera, muy seguramente ella no estaría para recibir el merecido homenaje, así que sea la oportunidad hoy de decirle a Nena: gracias…usted entregó todo lo que Dios, la vida y la naturaleza le dieron para Servir, y lo hizo en atención única y exclusiva de los llamados de su consciencia pura y noble, la misma que no se perfumó ni deformó jamás en las aulas escolares. Esa, y no otra Nena, es su semblanza, la misma que quienes la conocemos tendremos que proclamar para que la imiten, y al hacerlo sea usted referente de buena persona, madre, vecina, ciudadana y cristiana.
Injusto sería no mencionar a Marcos, su abnegado y leal compañero en esta etapa de la vida…él sabe que es este el momento más significativo para asistirla. A Marcos, gracias por estar con Nena.
No le pregunté con anterioridad a El Baudoseño si la columna cabía dentro de su línea editorial, pues los valores de casa, los de fraternidad con el prójimo, los de servicio deben ser exaltados, y los medios tienen la tarea de llegarle a su público para sembrarlos y al hacerlo, lograr mejores elementos sociales…esos valores no tiene fronteras.
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