La Unidad de Búsqueda recuperó dos cuerpos en un lugar cercano a la frontera con Panamá, en Acandí – Chocó.

La Unidad de Búsqueda recuperó dos cuerpos en un lugar cercano a la frontera con Panamá, en Acandí – Chocó.

Con el acompañamiento espiritual de la comunidad indígena Chidima Tolo y el río Tolo como testigo, culmina con éxito la misión de recuperación de dos indígenas desaparecidos en Acandí – Chocó.

Para llegar al lugar donde fueron inhumados los cuerpos de dos miembros de la comunidad Chidima Tolo desaparecidos hace 40 y 24 años respectivamente; el equipo de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), emprendió un viaje que es en sí mismo una metáfora de la perseverancia. Desde Acandí, tres horas en moto a través de trochas entre la espesura selvática, cruzando el río Tolo y potreros, donde el sonido más frecuente fue el de una guacamaya solitaria. Luego, en el resguardo, el cambio a semovientes para cargar las herramientas y una caminata final de dos horas por senderos que solo los miembros de la comunidad conocen bien.  El río Tolo acompañó cada paso del recorrido.

“La familia que busca a su ser querido desaparecido hace 40 años manifestó que anteriormente vivían  como en su orígenes, porque dentro de su cosmogonía, ancestralidades y principios étnicos su conexión con la naturaleza era directa y tenían sus tambos o casas en lugares muy distantes,  porque  la naturaleza les proveía todo lo necesario para vivir y precisamente muy cerca de uno de estos lugares donde vivían fue que se pudo recuperar el cuerpo de estas dos personas que podrían ser a quienes  estamos buscando”,  manifiesta  Osbaldo Mesa Muñoz, funcionario a cargo del Plan regional de Búsqueda del Darién

Esta acción humanitaria fue posible tras concertar con las autoridades territoriales, entrevistas con algunos de los familiares que sobrevivieron al desplazamiento forzado hacia Panamá, consulta de bases de datos, y la recopilación de relatos de aportantes de información que recordaban los eventos de desaparición. La acción humanitaria evidenció que este resguardo, como muchos otros, padeció los rigores del conflicto armado. En medio de esta violencia, a principios de 1985 dos agricultores indígenas, padre e hijo, fueron desaparecidos en la noche del 6 de enero, una fecha de duelo eterno para su familia y unos años después, otra familia de la misma comunidad indígena sufre el flagelo de la desaparición.

En la misión de recuperación desde el primer momento, la comunidad ejerce su autonomía y cuidado sobre el proceso.  La  bienvenida fue cálida; se compartieron bailes tradicionales, se mostraron elementos   artesanales y se tejieron lazos de confianza.   Más que un acto protocolario, fue un preámbulo notable y un preparativo espiritual y emocional para que todo lo que siguiera se hiciera en armonía con el territorio y sus ancestros. Los indígenas, garantizaron un corredor humanitario que permitió el acceso seguro del equipo forense de la Unidad de Búsqueda.

La armonización del territorio fue guiada por el jaibaná, la autoridad espiritual. Sus cantos y rituales prepararon el terreno y aseguraron que la acción de prospección no fuera una invasión, sino   un   momento de sanación colectiva.   La   excavación   fue meticulosa, los centímetros de tierra removida se tamizaron con la esperanza de no perder ningún fragmento recuperado. La presencia de un familiar directo de las personas desaparecidas añadió más significado al proceso. Su mirada serena pero expectante fueron aliciente y motivación para los presentes del porqué de todo ese esfuerzo.

Después de largas jornadas, la tierra comenzó a confirmar lo encontrado en los relatos y la investigación previa.  Los cuerpos habían sido inhumados en un lugar lejos de los sitios sagrados de su cultura, en una fosa que hablaba de la prisa y la violencia del momento original. Para la familia, desplazada a la fuerza, había sido imposible regresar a darles un entierro digno según sus tradiciones. Durante mucho tiempo permanecieron en ese lugar impropio, hasta que, la voluntad de la comunidad y la investigación de la Unidad de Búsqueda lo hicieron posible.

Ahora comienza el proceso de análisis en el laboratorio forense, donde se confirmará la identidad a través de pruebas genéticas. La Unidad de Búsqueda continuará trabajando en la región, con el objetivo de localizar a más personas desaparecidas y ofrecer apoyo a las familias en su búsqueda, por esto, se invita a todas las personas que tengan familiares desaparecidos o tengan información que permita encontrar a una persona desaparecida a que se comuniquen a la línea telefónica 3162842561.