Opinión
La pobreza y subdesarrollo del Chocó está ligado a la compra y venta de votos en época de elecciones.
Opinión || No podríamos rastrear el momento de la historia en el que, a algún líder político chocoano, que carecía de argumentos para convencer a sus electores, se ocurrió adoptar trucos infalibles para alcanzar el poder y así empezar a sembrar miseria en un departamento que venía creciendo a buen ritmo en el sector empresarial e industrial.
Esa estrategia de comprar votos y vender el voto para luego recuperar el dinero estando el poder, ya es voz populi en todas las regiones del país, donde las expresiones más comunes entre pobladores y los mismos actores políticos es “El que no tenga plata difícilmente podrá ganar” “Aquí el que no tenga su plata no puede ganar” “Tenemos la maquinaria (dinero) para ganar de lejos, eso después se recupera”.
Esta actividad ilícita empezó con aspirantes a ocupar las primeras magistraturas en los municipios y la gobernación, pero paulatinamente, fue permeando todos los ámbitos de la administración donde para ocupar un cargo se necesitan votos. Si se necesita aprobar una ordenanza, los gobernadores ofrecen plata a los diputados, si se necesita aprobar un acuerdo, los alcaldes ofrecen a los concejales y así en las demás entidades del orden nacional donde el voto ya dejó de ser discrecional y voluntario para pasar a ser algo que se mercantilista.
Hay que mencionar, que, en el departamento del Chocó, ningún político ofrece dinero en las reuniones públicas; los ofrecimientos se hacen en privado a líderes de comunidades, barrios o a personas individuales de acuerdo al número de miembros de la familia o amigos. Es decir, si una familia está compuesta por 10 personas que pueden votar, pide 2 millones de pesos con el compromiso que cada uno busca un voto, el político entrega esa plata y cada miembro de la familia ofrece 50 mil al voto que consiga, esta es solo una modalidad. Otra es, que una comunidad se une para mirar qué necesidad tienen y le dicen al candidato qué necesitan, por ejemplo, ponerle el techo a la casa comunal y que, si él se compromete a conseguirles lo que se requiere para ello, cuenta con los votos de esa comunidad.
El día de las elecciones, es decir, ese domingo de octubre, el candidato les envía dinero a varios líderes, estos se ubican en diferentes puntos, en los municipios, ya sea cerca a las urnas o en barrios apartados, mandan a otros a pescar en río revuelto, se acercan con los posibles electores hasta donde aquel que tiene el dinero, hacen el compromiso, el que va a votar debe sacarle foto al tarjetón marcado, luego regresa con la evidencia para recibir su pago. Esta compra de votos más que todo se hace con las colonias que van a sus municipios de origen a votar para hacerse, el llamado rebusque. Ve usted los carros de regreso llenos de personas narrando cuánto dinero recogieron en el gran bazar electoral. Cabe resaltar que, para los distintos municipios y barrios, envían dinero tanto candidatos a la gobernación como a las alcaldías y asambleas, pero también ofrecen dinero los aspirantes al Concejo.
En muchas ocasiones, los candidatos no cuentan con los recursos necesarios para costear sus campañas, para ello, se valen de los llamados financiadores; estos ponen la plata a cambio de puestos, contratos o devolución del dinero con intereses altísimos que no son fáciles de pagar a veces. Es así que cuando se le dificulta a un mandatario pagarle la plata al financiador, este hace uso de todo su poder para perseguirlo, desde la complicidad con organismos de control y otros, hasta persecuciones políticas.
Algunos políticos que en otrora han ocupado cargos por compra de votos, han empezado a notar que cada día es más difícil recuperar todo el dinero que invierten en campañas, pues los controles en la contratación han aumentado y ya no es tan fácil sacar más de lo que se invierte, sin embargo, hecha la ley, hecha la trampa, siempre hay formas de robarse los recursos del estado.
Los costos de las campañas en el Chocó son elevados porque la misma gente, por desconfianza con los políticos del territorio llegan pidiendo con anticipación, según lo que se dice en las calles y las veredas, es que estos políticos después que llegan al poder no cumplen con los compromisos y se dedican a llenarse los bolsillos; sin embargo, esta práctica hace que la miseria aumente cada 4 años y no se vean soluciones reales a los tantos problemas que aquejan al Chocó y sus poblaciones. Es importante que la población tome conciencia también, si le piden mucho a un cándido deben saber que este no hará mucho si llega al poder y no hay como reclamarle, pero si los pobladores se negaran a recibir y a pedir plata y otras cosas, seguramente, quien salga electo tendrá más libertad para gobernar y hacer cosas por las comunidades, pues no tendría que pagar deudas adquiridas a costos tan altos.
Por otro lado, se ha evidenciado, que las colonias hacen mucho daño a las poblaciones chocoanas en épocas electorales, porque el costo de trasporte y alimentación los debe asumir el candidato de ciudades como BOGOTÁ, MEDELLIN, PEREIRA, CALI, entre otras. Lo más lamentable, es que los votantes llegan a las comunidades y les piden plata a todos los postulados, eso eleva más aun los costos de campaña. Estas colonias, en gran medida, definen o eligen al gobernante de las regiones. Se van con la plata recolectada y dejan a los que habitan el territorio permanentemente, sufriendo las terribles consecuencias cada 4 años, ese es un comportamiento constante. Sería interesante que la registraduría obligara a los ciudadanos colombianos a votar en su lugar de residencia y no en el de origen. Pues eso le viene haciendo un gran daño a poblaciones como las del Chocó.
El político entrega la plata porque se la piden y el votante la pide porque la necesita, los dos comportamientos son reprochables y en ese sentido debiera haber una reforma y controles más fuertes para sancionar al infractor.
Es hora que tanto los lideres políticos del Chocó, como los habitantes del mismo, hagan un pacto de no comprar y no vender el voto, donde se pueda evidenciar el compromiso de lograr cambios reales en la población y el territorio. Estamos de acuerdo en que la violencia, el desempleo y demás problemas que aquejan al Chocó, arrancan desde las campañas políticas, porque los gastos de los candidatos son muchas y llegan al poder a recuperar toda la plata que invirtieron en el proceso elector, lo triste de todo eso, es que para la gente nunca alcanza, las obras nunca se concluyen la plata nunca alcanza y los elefantes blancos van creciendo hasta convertirse en Mamut gigantes. El chocó merece otra suerte.
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