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Oposición para qué…
Terminada la campaña por la Presidencia de la República en 1986 que enfrentó a Luis Carlos Galán Sarmiento (Nuevo Liberalismo), a Álvaro Gómez Hurtado (Movimiento Salvación Nacional -vertiente del Partido Conservador-) y a Virgilio Barco Vargas del Partido Liberal, y de la que salió victorioso el nortesantandereano, Misael Pastrana Borrero, jefe de la colectividad azul, […]
Terminada la campaña por la Presidencia de la República en 1986 que enfrentó a Luis Carlos Galán Sarmiento (Nuevo Liberalismo), a Álvaro Gómez Hurtado (Movimiento Salvación Nacional -vertiente del Partido Conservador-) y a Virgilio Barco Vargas del Partido Liberal, y de la que salió victorioso el nortesantandereano, Misael Pastrana Borrero, jefe de la colectividad azul, en uso del derecho al “pataleo” que le asiste a todo mal perdedor, se inventó una tal “oposición reflexiva”, que impidió que militantes azules hicieran parte del gobierno Barco, pero además nombró ministros dizque “a la sombra” para que ridiculizaran las acciones de sus pares. Gracias a ello el Partido de Caro y Ospina perdió protagonismo porque hasta los alcaldes de poblaciones y ciudades con arraigo godo renunciaron…a mi juicio, desde ese momento la colectividad renunció al propósito del poder, que es la esencia misma de cualquier organización política.
Hay ya un estatuto de la oposición, y creo que está bien fundamentado…hay también candidatos y partidos que resultaron lesionados en las tres contiendas electorales de este 2018. En síntesis, siempre hay perdedores y ganadores en un conteo de votos, y por más que se maquille a quienes no lograron el favor popular, tendrán que aceptar que perdieron, y que si esta vez no fue la suya, tendrán 4 años para hacer méritos y constituirse en alternativa seria de gobierno.
Y eso es lo que esperamos los colombianos de a pie y de bien: grupos políticos que se declaren en oposición, y que la misma la ejerzan usando las herramientas que ese estatuto les entrega. Queremos debates serios, y bien fundamentados, pero eso sí, por los conductos regulares, es decir dentro del recinto del Congreso, todo dentro del respeto por el uso de la palabra y el derecho a la réplica. El pueblo gustador de la política ha madurado para ir entendiendo quién hace oposición por hacerla, y quién la hace porque considera que las cosas no se están haciendo bien, así que hay allí un escenario inmejorable para que se luzcan quienes hoy no son gobierno, y se muestren dispuestos a pelear las elecciones de 2022.
Lo otro, marchas de protesta disfrazadas de “jornadas por la vida y la paz”, no son más que el extra tiempo de una campaña juzgada por el pueblo el 15 de junio, en la que claramente dos visiones de país, de Estado y de aplicación de justicia preguntaron cuál tenía el beneplácito del pueblo, y este -que dicen es la voz de Dios- escogió.
Si en 1986, el Partido Conservador se equivocó llamando reflexiva, la que fuera irreflexiva oposición y comenzó su camino de auto exterminio, hoy la Colombia Humana puede repetir la historia si no se muestra seria en la manera de asumir su responsabilidad con la democracia de hacer oposición por los conductos estatuidos.
Ustedes resuelven hoy…el pueblo lo hará mañana.
Columna de Norman Mesa Lopera