Opinión
Quibdó: Un pacto por la vida, la identidad y la convivencia.
El Primer Pacto.
En las últimas semanas con el recrudecimiento de la violencia en Quibdó se han escuchado y leído diferentes propuestas y alternativas con el propósito de buscar una salida urgente a la difícil situación por la que atraviesa nuestra ciudad. La verdad es que la mayoría de ellas son loables, unas viables, otras no tanto, pero al final todas tienen una muy buena intención y nacen como consecuencia de la penosa situación por la que atravesamos.
Pienso, que además de las medidas de choque inmediatas que requieren las actuales circunstancias de orden público y adicional a las diferentes políticas estructurales que deben apuntar a incentivar la cultura ciudadana, generar empleo, estimular la cultura y el deporte, mejorar la movilidad, fortalecer los servicios de salud, garantizar la educación de calidad y demás acciones que busquen mejorar la calidad de vida de los quibdoseños; una importante y urgente decisión debe ser la de convocar a toda la ciudadanía a refrendar lo que he denominado: LOS PACTOS CIUDADANOS. El primero que propongo, es un pacto entre los docentes de las instituciones educativas de la ciudad y los padres de familia.
No es para nadie un secreto la triste situación de pérdida de valores en nuestra sociedad. Realidad que año tras año se empeora y es una de las principales fuentes de este escenario, que nos tiene al bordo del abismo. Sé que son muchas las posibles causas que nos tienen hoy en medio de una sociedad con tantos antivalores y que pueden llevarse a cabo diversas acciones para recuperar esa sociedad rica en valores que un día presumíamos tener, pero restablecer la estrecha relación que existía entre profesores y padres de familia para educar y formar a nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes debe convertirse en una prioridad.
Recuerdo que cuando estudiaba en la escuela, el Centro de Integración Popular, más conocido como el IPC, reconocido centro educativo de Quibdó, mi profesora no era íntima de mis padres, pero eran cómplices. Entre los 3 (mis padres y la profesora Catalina) se ponían de acuerdo para orientarme en temas no sólo de la escuela, sino en labores del hogar, sobre mi comportamiento, sobre decisiones personales, entre otros, que a veces mis padres no podían convencerme, pero ella sí y viceversa. Si ella requería ayuda para convencerme para que asumiera un rol adicional al de ir al salón de clases a estudiar, acudía a mis padres. Y eso mismo pasaba con mis compañeros de estudio, con los compañeros de otros cursos y con los estudiantes de la mayoría de las escuelas de esa época. Nuestros profesores eran como otros padres para nosotros. Los queríamos y, lo más importante, los respetábamos y sino ellos se hacían respetar y/o nuestros padres los hacían respetar. Ese lazo tan estrecho que existía entre los padres y los profesores en esos tiempos, fue fundamental para que nuestra generación haya vivido una juventud muy sana y muy feliz.
Necesitamos que los padres de éstos tiempos asuman su responsabilidad como papás o como mamás. La principal tarea es criar y formar personas de bien para la sociedad, que tengan valores y principios éticos y morales que les permitan convertirse en buenos ciudadanos, que respeten la vida, que amen su tierra, que luchen con honradez para sacar adelante sus sueños y ayudar a sus familias y a su comunidad. Y en ese gran propósito es muy importante que los padres de familia se apoyen en los profesores, los respeten, los valoren y les transmitan esos mismos sentimientos y valores a sus hijos y así mismo, necesitamos profesores con vocación, con empatía, que innoven y hagan el salón de clases un lugar más agradable para los estudiantes y lo más importante, que conviertan las instituciones educativas en un segundo hogar para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, donde no sólo aprendan matemáticas, español, geografía y demás, sino que también puedan aprender a ser buenos compañeros y ser buenas personas.
En estos tiempos difíciles nuestra ciudad y nuestro departamento necesitan de sus mejores hombres y mujeres, no podemos ser inferiores al reto que tenemos: reconstruir nuestro tejido social.
Si te gustó el documento, por favor comparte esta propuesta para que todos pongamos de nuestra parte y juntos recuperemos a Quibdó.
Escrito por Rafael Bolaños Pino (Teddy)
#RecuperemosAQuibdó #NoMasIndiferencia
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